Para encontrar el primer antecedente histórico de las gafas de sol tenemos que trasladarnos hasta hace mas de 12.000 años.

Ya en esa época, los pueblos esquimales hicieron gala del ingenio suficiente para fabricar con conchas, huesos o madera unos artilugios que reducían la cantidad de luz que entraba en los ojos, evitando así la ceguera que puede llegar a producir la luz del sol al reflejarse en la nieve.

Sin embargo, tal y como se conocen hoy en día, las gafas de sol no comienzan a fabricarse en serie hasta 1929, año en el que el empresario Sam Foster empezó a venderlas entre los asiduos a las playas de la Costa Este estadounidense.

Pero los encargados de dar el espaldarazo definitivo a la popularización de este complemento fueron los pilotos de la fuerza aérea de ese país.